Problemas neurológicos
Casos clínicos tratados por el Dr. Pablo Koval, Médico especialista en Medicina para la Autoorganización.
Caso 1: Dolor e inestabilidad en la rodilla derecha vinculado con
cirugía de la próstata.
(diagnosticado como portador de una neuropatía diabética)
Hombre CG, de 75 años que presentaba dolor e inestabilidad en la rodilla derecha desde hacía 8 meses con importante dificultad para caminar. El paciente es diabético y su médico atribuyó el dolor a una neuropatía diabética. Es un hombre que a pesar de su edad realizaba tareas rudas por vivir en el campo. Como antes de ser operado de la próstata (tumor benigno) no tenía ningún dolor, se sospechó que el área de la próstata estaba actuando como campo interferente.
La primera aplicación se efectuó en el área de la próstata. A los 5 días comenzó a experimentar una mejoría parcial para caminar. El dolor se hizo más notable en la cara externa de la rodilla.
Diez días después se efectuó una segunda aplicación en el área de la próstata y se encontró que el músculo tensor de la fascia lata estaba afectado (este músculo puede provocar dolor en la cara externa de la rodilla). Se aplicó modulación neuromuscular. Tras esta aplicación el paciente recuperó totalmente la estabilidad y el dolor desapareció.
Comentario: las intervenciones quirúrgicas pueden actuar como campo interferente y causar con el tiempo dolor en cualquier parte del cuerpo. Es común que el compromiso muscular sea secundario a la irritación del sistema nervioso causado por el campo interferente. Un problema en una pierna en un paciente diabético, no siempre es una neuropatía.
Caso 2: Neuropatía de causa desconocida vinculada a campos interferentes en amígdalas y región ginecológica
Mujer AN, de 43 años. Consultó por dolor lumbar e intenso ardor y sensación de quemazón en ambos pies que le dificultaba caminar, estar de pie y hacer las tareas habituales. Diagnosticada como portadora de una neuropatía de causa desconocida. Como antecedentes relató padecer faringitis y fiebre frecuentes con necesidad de tomar antibióticos. Tuvo 3 partos, uno por cesárea.
Primera sesión: en la región de las amígdalas. El ardor y quemazón de los pies desapareció instantáneamente. No así el dolor lumbar.
Segunda sesión: 15 días después. A los 5 días de la primera aplicación comenzó nuevamente con ardor y quemazón en los pies pero de menor intensidad. El dolor lumbar persistía. Se repitió el procedimiento en la región de las amígdalas y el ardor-quemazón volvió a desaparecer. Como persistía el dolor lumbar se hizo una aplicación en el área ginecológica irritada por los embarazos y la cesárea.
Tercera sesión: 30 días después. El dolor lumbar comenzó a aliviar 48 horas después de la segunda aplicación. En el momento de la tercera consulta persistía un leve dolor lumbar, el ardor y quemazón de los pies había desaparecido. Se efectuó una segunda aplicación sobre el área ginecológica que resolvió el problema lumbar.
La paciente se comunicó telefónicamente un mes después para decir que estaba curada.
Comentario:las anginas tratadas con antibióticos no se curan, la irritación persiste y puede comprometer áreas distantes del cuerpo, en este caso los pies. Una intervención quirúrgica (parto normal y cesárea) en el área pelviana era la causa del dolor lumbar que sumada al problema en los pies, vinculado a su vez con la faringitis a repetición, causaba enorme dificultad para caminar. El diagnóstico de neuropatía era incorrecto.
Caso 3: "Neuropatía diabética" vinculada a cicatriz en una pierna
Consulta inicial: Hombre de 74 años, diabético desde los 30, con diagnóstico de "neuropatía diabética". Presentaba dolor en ambos miembros inferiores a predominio de las pantorrillas que le impedían caminar correctamente y le hacían perder el equilibrio al punto de caerse en diferentes oportunidades. El dolor había comenzado simultáneamente en ambas extremidades sin predominio de una sobre la otra.
Examen y tratamiento: Un hallazgo en el examen físico fue el de una úlcera cicatrizada en el tobillo izquierdo. La aplicación en la cicatriz de la úlcera produjo dos cambios inmediatos: alivio de la sintomatología 80% en la pierna izquierda y de un 50% en la derecha, y mejoramiento del estado de los 4 músculos gemelos. Una semana después del procedimiento el paciente continuaba en franca mejoría. El procedimiento se repitió a los 20 días con alivio total de la sintomatología en ambas extremidades.
Comentario: la sintomatología puede presentarse simultáneamente en espejo a partir de un campo interferente unilateral. No siempre un enfermo diabético con dolor en las extremidades padece de neuropatía diabética.
Caso 4: Paraplejía tras traumatismo y cirugía, tratamiento mediante eliminación de campos interferentes y recuperación de tejido desvitalizado
Se trata de un joven de 19 años que había sufrido una lesión medular traumática en el nivel D3-D4 con paraplejía incompleta que se agravó tras la cirugía estabilizadora (conservaba cierto grado de sensibilidad que luego se perdió). Nos consultó 5 meses después del accidente (debía viajar 2000 km en avión para acceder a la consulta). En la evaluación inicial presentaba paraplejía motora y sensitiva con nivel en D3, su vejiga estaba espástica con cierto grado de emisión espontánea y utilizaba como forma de micción sondaje intermitente (recibía además oxibutinina), controlaba el esfínter anal en cuanto a retención pero debía efectuar maniobras evacuatorias. Ante este panorama el planteo que nos hicimos fue: 1) actuar sobre el daño traumático y quirúrgico para recuperar áreas desvitalizadas. 2) resolver posibles interferencias que pudieran afectar los mecanismos reparadores naturales dependientes del sistema nervioso.
Como posibles campos interferentes encontramos: amígdalas, senos paranasales y terceros molares (muelas de juicio). Para actuar sobre el daño traumático y quirúrgico, en la primera sesión efectuamos una aplicación en la cicatriz dorsal quirúrgica con profundización paravertebral a nivel de D3 y D4 y entrando en los espacios interapofisarios espinosos hasta el ligamento amarillo. Por otra parte efectuamos una aplicación suprapúbica con la idea de aplicar un estímulo débil en el plexo vesical. Todo esto produjo, progresivamente a medida que los procedimientos se fueron repitiendo, una mejoría notable, en extensión y calidad, de la sensibilidad cutánea y visceral así como del control urinario al punto de suspender la cateterización vesical intermitente y eliminar la administración de oxibutinina, comenzó a sentir el abdomen y los intestinos, y recuperó la función defecatoria normal.
Finalmente pudo llevarse a cabo la extracción de los terceros molares que se pospuso por razones técnicas de movilidad. Tras la extracción de las piezas 1.8 y 3.8 mejoró la sensibilidad y el movimiento en las caderas. Tras la extracción del molar 4.8 mejoraron aún más sus funciones sensitivas y motoras. Posteriormente hicimos aplicaciones en las cicatrices de amígdalas y en los ganglios esfenopalatinos. Después de 5 meses de tratamiento la rehabilitación avanzó en forma acelerada pudiendo dar pasos con la ayuda de ortesis.
Comentario:el tratamiento permitió recuperar tejidos desvitalizados y funciones que para la concepción médica clásica estaban perdidos. El tratamiento de posibles interferencias facilitó la actividad neural natural, fundamentalmente la capacidad reparadora. Llamó la atención la respuesta a la extracción de las muelas de juicio. En este caso actuamos en forma preventiva.
Caso 5: dolor en la mano ("enfermedad de Sudeck", "distrofia simpática refleja" o "síndrome doloroso complejo regional") vinculado a diferentes campos interferentes y a terceros molares, seguido 4 años más tarde por dolor y edema en la rodilla izquierda
Vino a nuestra consulta una mujer de 32 años, siete meses después de haber sufrido un traumatismo simple del codo izquierdo, que en lugar de resolverse naturalmente, comenzó a manifestarse con dolor en el cuello, dolor en la mano del mismo lado acompañado de edema, coloración azulada, cambios térmicos y dificultad para usarla. En el momento de la primera consulta la mujer presentaba un estado de extrema ansiedad y signos de deterioro físico por el padecimiento de tantos meses. Presentaba además varias induraciones subcutáneas dolorosas en diferentes partes del brazo izquierdo, reactividad ante cualquier estímulo local y molestias vaginales (flujo y ardor). Había sido medicada con antiinflamatorios, opiáceos, sedantes y antidepresivos. Concurrió a la consulta con el brazo en un cabestrillo y con un collar ortopédico. De niña solía tener faringitis a repetición, asma bronquial y diarreas; fue operada de amígdalas y adenoides, tuvo un episodio de neumonía, un parto y varios abortos y tenía cicatriz en el labio superior izquierdo. En el examen de la boca pudo observarse la presencia de los molares 1.8, 2.8 y 3.8, pero la paciente se opuso a su extracción.
En la primera sesión, teniendo en cuenta su extremo temor a las agujas, se efectuaron aplicaciones en forma progresiva. En primer lugar se hizo una aplicación en el área del golpe cuya piel presentaba un color más oscuro que el resto y en el área de la cicatriz de la vacuna antivariólica. Inmediatamente manifestó que el brazo se "aflojaba". A los minutos se efectuó una aplicación en las cicatrices amigdalinas y adenoideas mejorando aún más el cuadro clínico. Cuando se retiró del consultorio pudo hacerlo sin el cabestrillo y el collar. Dos días después de las aplicaciones desarrolló un cuadro de fiebre, sudoración, escalofríos durante unas 24 horas, hizo un episodio de ligero broncoespasmo, y a continuación, cedió la angustia en el pecho, aumentó la movilidad, disminuyó el dolor en la mano, desapareció el edema y el color azulado.
En la segunda sesión, una semana después de la primera, la paciente era "otra persona", tranquila y sonriente. Persistían aún el dolor en el cuello y en las tumefacciones del brazo, así como los síntomas ginecológicos. Efectuamos una aplicación ginecológica suprapúbica y repetimos la aplicación en las amígdalas. La mano siguió mejorando en cuanto a movilidad, temperatura y dolor durante los 18 días siguientes. El dolor en los nódulos subcutáneos del brazo continuaba, pero éstos fueron mermando en tamaño y número. Durante este período presentó resfrío y una crisis asmática. Los síntomas ginecológicos desaparecieron. Simultáneamente fue reduciendo la dosis de la medicación analgésica. Controlada periódicamente, la paciente continuó mejorando, los nódulos subcutáneos desaparecieron, utilizaba la mano normalmente y recuperó el equilibrio emocional.
Cuatro años más tarde consultó por dolor y edema de la rodilla izquierda, tras haber hecho un movimiento forzado 5 meses antes. En este periodo tuvo dos embarazos, uno de los hijos, tres año atrás, falleció a los días de nacer. Se le explicó nuevamente la importancia de la presencia de las muelas de juicio y en la primera sesión se llevó a cabo la prueba de Huneke en torno a las muelas en cuestión. Inmediatamente mejoró el dolor y la movilidad de la rodilla. Finalmente aceptó extraerse las muelas. En la segunda sesión se complementó el tratamiento odontológico con infiltración de las áreas intervenidas. Sus problemas en la rodilla desaparecieron por un tiempo, pero llamativamente, además mejoró su estado de ánimo y la calidad de su sueño. Aproximadamente un mes y medio después reapareció la molestia en la rodilla y volvió a consultarnos. En esta nueva evaluación pudimos recabar información muy importante: durante ese periodo había tenido molestias faríngeas y ginecológicas. Volvimos a hacer aplicaciones en esas áreas y finalmente en el bíceps crural que guardaba puntos gatillo, hicimos una sesión de modulación neuromuscular. La curación fue completa.
Comentario: este proceso singular tiene diversos aspectos de interés, por un lado la relación del síndrome doloroso complejo regional con campos intreferentes (el golpe en el codo fue el factor desencadenante). En segundo lugar, la importancia de resolver la causa. La persistencia de los terceros molares, si bien no impidió que curara la mano, dio lugar cuatro años después a una "nueva" enfermedad, esta vez en la rodilla. En tercer lugar, al eliminar la interferencia de las muelas, la faringe y la región ginecológica se manifestaron señalando que el problema aún no estaba resuelto. Una vez más también puede remarcarse la importancia de la disfunción neuromuscular que puede adquirir autonomía y no resolverse sólo con el tratamiento de campos interferentes.
Caso 6: Arritmia cardíaca discapacitante por irritación muscular del simpático cervical
Hombre de 55 años con arritmia cardíaca discapacitante de varios años de evolución. Con medicación el problema estaba parcialmente controlado.
Abordamos la sintomatología buscando posibles campos interferentes. El tratamiento mejoró el estado general, la calidad del sueño, el estado de ánimo y le ayudó a resolver cuestiones personales y laborales pendientes, pero no resolvió la arritmia.
Como se trataba de un hombre corpulento con cuello grueso, técnicamente era difícil acceder al ganglio estrellado. Finalmente se intentó primero con el lado derecho. La técnica pudo llevarse a cabo, pero se obtuvo una mejoría parcial. A la semana siguiente se procedió con el lado izquierdo. Al intentar acceder al ganglio nos encontramos con el músculo escaleno anterior doloroso y muy reactivo al contacto con la aguja. Se estableció el diagnóstico de puntos gatillo y se procedió a su desactivación con la técnica de modulación neuromuscular. No se pudo llevar a cabo el tratamiento sobre el ganglio estrellado. Pero la respuesta fue espectacular, las arritmias fueron desapareciendo en el transcurso de los días y la mejoría se mantiene.
Comentario: el músculo escaleno puede irritar al simpático cervical y causar arritmias. Es de señalar que una irritación del simpático también puede causar un infarto cardíaco o cerebral.