Biocibernética y equilibrio

Dificultad para caminar / Mareo / Vértigo / Caídas

Escrito por el Dr. Pablo Rubén Koval, médico especialista en Medicina para la Autoorganización, Argentina.

Equilibrio y capacidad para caminar

El equilibrio y la capacidad de caminar son propiedades del ser humano indispensables para su supervivencia y para la vida de relación que son tomadas con la naturalidad de todo aquéllo que se posee sin esfuerzo; pocas veces uno se pone a pensar por qué razón simplemente el sistema funciona.

El ser humano en posición erecta es básicamente inestable, con una pequeña base de apoyo, un centro de masa en posición elevada y la tendencia a que cualquier actividad lleve el centro de masa fuera de la base de apoyo, la persona no se cae porque cuenta con un dispositivo biocibernético que lo mantiene en equilibrio. Cualquier actividad provoca desequilibrio y en consecuencia la evolución ha conducido al desarrollo de un complejo sistema donde interviene el sistema nervioso y el muscular para mantener el equilibrio durante las diferentes actividades humanas.

En términos simples esto puede describirse como un sistema de retroalimentación donde por un lado ingresa la información a través de la visión, la propriocepción y el aparato vestibular del oído interno. Esa información, siguiendo sus vías nerviosas respectivas, llega a diferentes partes del cerebro, cerebelo y tronco para su procesamiento. A partir de las áreas de control central salen los impulsos nerviosos que causan contracciones musculares destinadas a ajustar el equilibrio. Este nuevo estado (nueva información) es tomado a su vez por el sistema manteniendo en movimiento permanente al circuito biocibernético.

Se desconoce aún la forma y la importancia de la información subatómica en los seres vivos -o dicho de otro modo, cómo se aplican las leyes de la física cuántica en los procesos biocibernéticos. Cada parte de nuestro cuerpo "sabe" dónde está el resto del cuerpo, cada parte de nuestro cuerpo puede conocer por adelantado la nueva posición que va a asumir el cuerpo. Asi como se producen respuestas reactivas a los cambios de posición y frente a situaciones de desequilibrio, también existen reflejos anticipatorios que permiten la estabilización de la posición del cuerpo antes de llevar a cabo un movimiento planeado. Además de los cambios físicos, íntimamente la persona produce cambios para adaptarse emocionalmente a la nueva situación, si de caminar por la acera tiene que bajar y cruzar la calzada; si de estar en la cama necesita levantarse con cierta urgencia para ir al toilette; si tiene que bajar una escalera empinada, etc.

Las respuestas posturales que incluyen un ajuste anticipatorio preparatorio para una pérdida de equilibrio predecible e inminente emplean un mecanismo de alimentación anterógrado (feedforward). Estas estrategias reflejan experiencias aprendidas previamente en situaciones semejantes. Las reacciones compensatorias para recuperar el equilibrio tras una alteración inesperada constituyen un mecanismo de activación retrógrado (feedback).

El ingreso de datos al sistema de equilibrio proporciona mucha más información que lo que normalmente necesita. Esta redundancia de información significa que el equilibrio puede mantenerse normalmente en ausencia de cierta información (por ej., cuando los ojos están cerrados), aunque en estas situaciones el grado de sintonía fina puede ser inferior. Esa redundancia puede significar también que cuando aparecen los trastornos del equilibrio, mareos, vértigo, caídas, el sistema ya se encuentre severamente comprometido. La visión proporciona la porción más importante de información y normalmente puede compensar la falta o la disfunción de otros sistemas sensitivos. La información proprioceptiva proviene de las plantas de los pies, de los husos musculares de los miembros inferiores y de las articulaciones y de la riquísima inervación sensitiva que tienen los mecanorreceptores de la columna cervical.

La información proprioceptiva puede distorsionarse en articulaciones dañadas por procesos inflamatorios, por la presencia de una prótesis de cadera o de rodilla, en músculos con puntos gatillo activos o latentes lo cual puede traducirse en desequilibrio y pérdida de seguridad en la marcha.

El sistema vestibular trabaja conjuntamente con los sistemas visual y proprioceptivo. Está constituido por tres partes: uno sensitivo periférico (canales semicirculares -crestas- y otolitos -máculas-), otro de procesamiento central (pedúnculo y cerebelo) que integra las señales y tras combinarlas con la información visual y proprioceptiva, envía la información al tercer componente de control motor (músculos oculares y médula espinal). De esta relación surgen dos sistemas reflejos el vestíbulo-ocular y el vestíbulo-espinal. El sistema vestibular ayuda a resolver información sensitiva conflictiva cuando estímulos visuales o proprioceptivos proporcionan información y respuesta inadecuada, como en el caso de un campo visual en movimiento o una superficie de apoyo complaciente. Bajo estas circunstancias el sistema vestibular rechaza rápidamente la información errónea conservando la postura normal.

En forma didáctica puede decirse que el control del equilibrio está organizado en varios niveles estrechamente vinculados. En un nivel inferior los sistemas sensitivos y músculo-esqueléticos; en un sistema intermedio las áreas de procesamiento central como el cerebelo, el tronco cerebral y la corteza motora y sensitiva; en un nivel superior las áreas de planeamiento motor incluyendo los lóbulos frontales. La realidad supera estos esquemas divisorios.

La complejidad de este sistema como el de muchos otros sistemas biológicos, y el hecho de que funcione, debería conducir a un estado de admiración permanente hacia la naturaleza.

En situaciones extremas de pérdida de visión, pérdida del aparato vestibular, pérdida de función de la cadera o la rodilla, etc. la explicación de pérdida de la función del equilibrio es fácilmente entendible. Cuando no hay una razón evidente y la persona, se marea, tiene vértigo o empieza a sufrir caídas la medicina convencional entra por caminos oscuros. La medicina clásica ordena las causas de las caídas en base a sus propios diagnósticos, entonces incluye a la epilepsia, enfermedad de Parkinson, miopatías y neuropatías, síncope cardiogénico, hipersensibilidad del seno carotídeo, arrtimias cardíacas, espondilosis cervical, hidrocefalia normotensiva, demencia y disfunción autonómica con hipotensión postural. La medicina convencional clasifica a los síndromes de caída en: 1. Deficit sensitivo múltiple: algunos de los sintomas como mareo, falta de equilibrio y caídas están vinculadas con déficit, a veces de un grado relativamente pequeño, de una cantidad de sistemas sensitivos. 2. Enfermedad cerebrovascular: trastornos asociados con alta probabilidad de caída. La demencia por infartos pequeños y múltiples con alteración de la marcha y del estado cognitivo. El ACV. 3. Marcha del lóbulo frontal y trastornos del equilibrio: dificultad para iniciar la marcha, falta de estabilidad al girar, irregularidad en la cadencia de la marcha y/o marcha con arrastre de los pies. 4. Ataque súbito con caída de causa idiopática: caída sin aviso, sin pérdida de la conciencia, sin aparente función anómala de las piernas, no inducido por cambios de posición o movimiento de la cabeza, no acompañado por vértigo u otra sensación cefálica, no asociado con mioclonias.

El consumo de cualquier fármaco puede asociarse con aumento de la probabilidad de caída: sedantes, hipnóticos, tranquilizantes mayores, antihipertensivos, anti-parkinsonianos, antidrepresivos, AINES, diuréticos, alcohol.

En geriatría, la caída representa una de las vías comunes en que puede manifestarse una enfermedad aguda en forma inespecífica - forma parte de los llamados "gigantes" de la geriatría. Tiene carácter premonitorio, "tras una caída puede sobrevenir el derrumbamiento global de la persona", es decir que la caída está poniendo de manifiesto una alteración grave de los sistemas homeostáticos, indica que el organismo hasta ese momento podía compensar las deficiencias, faltaba un estímulo adicional para alterar finalmente los sistemas de regulación; ese estímulo puede estar representado por una neumonía, un bolo fecal, una emoción, cierto grado de deshidratación, la ingesta de un fármaco, etc. Existen estudios que muestran una asociación entre prácticamente cualquier factor y una caída, asi como otros que muestran que tales factores no están asociados con pérdida del equilibrio. La medicina clásica intenta cuantificar, hacer estadísticas y a partir de allí sacar conclusiones, se olvida de la individualidad de la persona. La medicina convencional simplemente busca el desencadenante, trata de limitarlo, bloquearlo, logrando a veces una corrección transitoria hasta que un nuevo estímulo, distinto, determina una nueva forma de manifestarse la enfermedad; por ejemplo, estado de confusión, incontinencia urinaria, etc.

Frente a la persona que presenta caídas y pérdida del equilibrio, descartados los factores groseros comentados, correspondería hacer una anamnesis completa en la búsqueda de posibles campos biocibernéticos interferentes. Son las inteferencias adquiridas durante la vida las que llevan al organismo a la pérdida de la regulación biocibernética natural, al estado de enfermedad y de riesgo de derrumbe general. Cualquier interferencia puede afectar la función del extremadamente sensible sistema de información y respuesta necesario para mantener el equilibrio y caminar. Este sistema como cualquier otro sistema biocibernético requiere recibir, codificar, almacenar, modular y retrasmitir la información sin interferencias.

Hay que tener presente que en el grupo etario mayor las interferencias son, casi siempre, múltiples. Que es necesario hacer un trabajo minucioso de desinterferencia y no esperar "mágicos" efectos en segundos, los cambios se irán produciendo paulatinamente. Es importante educar al enfermo y su familia para que puedan apreciar y trasmitir los pequeños cambios que vayan ocurriendo con el andar del tratamiento. Esa respuesta es la que debería guiar el accionar del neuralterapéuta en la siguiente sesión. Los mecanismos de adaptación en el anciano ocurren mucho más lentamente que en el adulto joven, por ésto deben dejarse pasar varios días (7-10-15) entre sesión y sesión y en cada sesión no deberían hacerse demasiados estímulos neuralterapéuticos, es probable que el organismo anciano no pueda manejarlos a todos y el resultado ser contraproducente. Un secreto es proponerse objetivos pequeños, alcanzables y compartirlos con el paciente y su familia. Los objetivos irán cambiando a medida que se cumplan los primeros. Cuando se encuentran y tratan las interferencias el sistema recupera su capacidad funcional y mejora paralelamente el estado de salud general de la persona. Es absolutamente necesario, además de corregir las interferencias, actuar regionalmente con el objeto de mejorar la visión, el oído y sobre todo eliminar puntos gatillo presentes en músculos antigravitacionales de los miembros inferiores (glúteos, cuadriceps, gemelos), región lumbar (cuadrado lumbar), región dorsal (dorsal ancho y pectoral) y del cuello (trapecio y esternocleidomastoideo) que pueden persistir pese a haber eliminado las interferencias.

El miedo a la caída

Es interesante señalar que el miedo a la caída no es patrimonio sólo de aquéllos que algunas vez se han caído. El miedo a caerse es una situación frecuentemente observada en la población anciana. Es probable que las dificultades por las que atraviesa su sistema biocibernético de mantenimiento del equilibrio dé la suficiente información como para crear la sensación de temor y restringir el movimiento. Una vez más la búsqueda de interferencias y su corrección probablemente redunde en el beneficio de recuperar la sensación de seguridad y, por ende, de bienestar.

El hecho de no poder incorporarse sin ayuda después de una caída

Incluso sin haber sufrido lesiones importantes el anciano muchas veces no puede reincorporarse por sus propios medios. Para las estadísticas de la medicina convencional esto se asocia con mayor riesgo de muerte, pérdida de la independencia personal y requerimientos de institucionalización. Evidentemente el compromiso de regulación es más severo. Nuestros esfuerzos como neuralterapéutas deberán extremarse.

Campos interferentes

Un campo interferente puede dar lugar al establecimiento de síntomas o enfermedades persistentes en cualquier parte del organismo.

La medicina clásica no reconoce la existencia de campos interferentes.

Los campos interferentes ejercen estímulos fuertes sobre el sistema nervioso y pueden dar lugar al establecimiento de problemas de salud persistentes o recurrentes en cualquier parte del organismo. En la misma persona pueden coexistir varios campos interferentes. La medicina clásica no reconoce su existencia.

Los campos interferentes pueden haberse desarrollado en donde, en algún momento de la vida de la persona, hubo: 
> un proceso inflamatorio o infeccioso: amígdalas (faringitis, anginas, difteria, mononucleosis, escarlatina); adenoides; senos de la cara (sinusitis); oídos (otitis); sistema nervioso central (meningitis, encefalitis); hígado (hepatitis); vesícula; páncreas; pulmón; bronquios; estómago; intestino; apéndice; riñón; vejiga (cistitis); próstata; pene (venéreas); ovarios; útero; vagina (infecciones); abscesos; úlceras; etc. 
> una cicatriz por cirugía o herida en piel, mucosa, músculo, víscera, tendón o hueso (fractura). 
> un traumatismo (golpe, caída, agresión física)
> problemas odontológicos: cicatrices de extracciones; piezas desvitalizadas (conducto); compromiso de la pulpa dentaria (nervio) por un arreglo profundo; granulomas; infecciones óseas residuales; quistes; odontomas; procesos inflamatorios o infecciosos presentes o pasados: periodontitis, bolsas gingivales; piezas en posición anómala, retenidas, semi-retenidas, desplazadas o inclinadas; muelas de juicio sanas sin espacio propio o en contacto con el canal del nervio mandibular; piezas embrionarias; restos de raíces; piezas utilizadas como pilares de puentes; metales (implantes, pernos, amalgamas, ganchos, prótesis); endodoncias con sobreobturación del material de relleno que irritan el hueso subyacente; ortodoncia en adultos y trastornos oclusivos (mordida). 
> la memoria corporal de una carga afectiva, emocional o daño psicológico (estrés, pérdida, abuso sexual, tortura, etc.).
> un cuerpo extraño (metal, vidrio, hilo de sutura, talco de los guantes, etc.).

Una vez eliminados los estímulos nocivos provenientes de campos interferentes, las funciones corporales recuperan su normalidad y el organismo inicia su proceso de curación. Muchas veces los cambios son rápidos.

Nuestra tarea es encontrar el origen de la irritación del sistema nervioso y resolverla. El organismo se encargará de su propia curación.

Tratamiento

Para poder resolver problemas del equilibrio es necesario corregir problemas locales y distantes, nuevos y viejos, propios de cada persona y ésto puede lograrse sólo con un tratamiento que abarque la problemática en su totalidad. La medicina para la autoorganización mediante terapia neural, modulación neuromuscular y odontología neurofocal, cumple este objetivo.