Fractura tobillo y cicatriz apendicectomía.
Caso clínico del 27 de diciembre de 2017.
"Paciente de 57 años de edad, acudió a la Clínica por una fractura de tobillo derecho, arrancamiento estiloide tibial por accidente. Durante 40 días le inmovilizaron el tobillo con el yeso correspondiente. Una vez retirado el yeso y con el alta hospitalaria, tras ver que la fractura está perfectamente consolidada, el paciente refiere un fuerte dolor en el tobillo en la zona retromaleolar interna. Nosotros decidimos tratarlo a los 50 días del accidente.
Como campos interferentes nos llamó la atención una cicatriz de apendicectomía que el paciente sufrió con 10 años de edad. La apendicitis terminó en peritonitis, por lo que hablamos de una operación de gran importancia. Por otro lado también vimos dos muelas del juicio inferior incluidas, la 48 y la 38.
El paciente nos comunica que en ese mismo pie ha sufrido 3 esguinces a lo largo de su vida. Una vez terminada la historia de vida, decidimos tratar la cicatriz de la apendiz. Antes de ello, y como siempre hacemos con nuestros pacientes para determinar la causa de su lesión, le pedimos al paciente que busque aquellos movimientos que le produzcan dolor. A continuación tratamos dicha cicatriz con terapia neural. Tras unos minutos le pedimos al paciente que baje de la camilla y vuelva a realizar esos movimientos que le provocaban dolor, para determinar si éste ha cambiado. Para su sorpresa, el paciente nos dice que su dolor ha bajado en un 80%. Para terminar esa sesión tratamos la zona dolorosa con terapia neural. Al finalizar le pedimos al paciente que en dos días se ponga en contacto con nosotros para decirnos cómo se encuentra (cómo es el dolor, estado de ánimo, etc.). Cuando nos llamó el paciente, nos comunicó que no tenía ninguna molestia y que se sentía muy enérgico".
Nota: En este caso la cicatriz de la apendicectomía fue la irritación inicial que se comportaba como un campo interferente. Esta irritación estaba afectando a los circuitos de autoorganización que dejaron de ser biológicamente económicos. Esto afectaba al sistema nervioso vegetativo impidiendo la recuperación del tobillo. Los circuitos de autoorganización constituyen el movimiento de la vida. Funcionan desde la creación de la primera célula y desaparecen con la muerte. Durante la vida de las personas funcionan permanentemente tanto en la salud (circuitos biológicamente económicos) como en la enfermedad (circuitos no económicos). Cuando estos circuitos no funcionan correctamente se produce un desorden, que deja el camino abierto a la enfermedad.